Germán Vargas, tiene 23 años, nació en Cali, Colombia y actualmente vive en Bogotá. Se graduó con honores del Colegio La Arboleda, y comenzó sus estudios en Economía en la Universidad de los Andes, en Bogotá. Actualmente está terminando su Maestría en Economía en la misma universidad y está preparándose para su segunda Maestría, en Desarrollo Internacional en Sciences Po, en París, Francia.
Su experiencia con el Modelo Emprender Para Aprender fué durante su estancia en el club de Emprendedores en Cali, cuando tenía 14 años.
Su historia alrededor del emprendimiento se sale un poco del esquema convencional, Ya que no tiene una empresa, y los negocios ni el sector privado llaman su atención. El aplica el emprendimiento, a través de las herramientas que adquirió durante su paso por el Modelo Emprender Para Aprender y así impactar a la sociedad desde lo público y lo multilateral.
Aunque antes de entrar a la universidad creía tener un interés por el mundo financiero, el paso del tiempo y las experiencias de vida que tenía lo iban llevando a descubrir su vocación, el trabajo comunitario y el desarrollo social. Comenzó a estudiar, a interactuar con diferentes actores sociales y a intentar discernir la manera en la que podía tener un impacto más grande sobre una población supremamente compleja de tratar. A través de todo este viaje, los aprendizajes y los principios que aprendió en el Club de Emprendedores, le han servido de guía y apoyo.
Como parte de una clase llamada Pobreza, Desigualdad y Políticas Públicas, él y un grupo de amigos, desarrollaron la idea de una organización que enseñara matemáticas como una excusa para inculcar valores y propósito en niños de 6to grado en un barrio marginado de Bogotá. Dicha idea, que inició como un trabajo de 5 páginas en Word, se volvió realidad y ha logrado atender a más de 600 estudiantes en 4 años.
Durante una conferencia con el entonces director de la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema (ANSPE), hubo una frase que impactó y quedó resonando en la cabeza de todo el grupo: “Los economistas deben ayudar al país, no solo con modelos, sino con las manos”. Frase que más adelante le daría el nombre a la organización.
Empujado por el deseo de conocer más, y ayudar en el proceso, decidió junto con sus compañeros dar el siguiente paso y emprender la fundación “Con Las Manos”.
Con Las Manos inició actividades los sábados, de 8 a 11 AM. Reforzando conocimientos de matemáticas de manera activa y didáctica, y usando aprendizaje activo para fomentar en los estudiantes el desarrollo de valores, algunos días de piratas, de alpinistas o de superhéroes volvían por unas horas el colegio en una explosión de imaginación y diversión, donde los profesores se disfrazaban y guiaban las actividades.
Podrá sonar como algo entretenido y fácil de planear, pero en realidad requirió muchos días de trabajo de todo tipo. Sobre todo, liderazgo, ya que lograr coordinar, engranar y poner en funcionamiento una organización con 40 profesores universitarios, 120 niños y 5 organizadores generales cada jornada, resulta una tarea titánica, que demanda mucha comunicación, planeación y revisión constante.
Habilidades que adquirió gracias al modelo emprender Para Aprender, lo que le permitió, junto con el apoyo del equipo de trabajo, lograr los tan deseados resultados.
Actualmente la fundación ya tiene un equipo comprometido, encargado del desarrollo de las actividades. La visión de este emprendedor se hacia nuevos horizontes. Próximamente viajará a París a realizar su segunda maestría, esta vez en Desarrollo Internacional. Esta nueva etapa hará que, ahora más que nunca, haga uso de las habilidades que desarrolló durante su paso por el Club de Emprendedores.
German recomienda que al diseñar un producto, o un servicio, es fundamental salir del escritorio y trabajar con la población objetivo.
«Las cosas no se hacen de la noche a la mañana, tuvimos que reconsiderar muchos elementos y cambiar muchas ideas con las que llegamos a trabajar con los niños. Hubo frustración, muchas noches trabajando y muchas levantadas temprano, pero el producto es infinitamente diferente al que empezamos.»
